miércoles, 2 de septiembre de 2009

SANTA ROSA DE LIMA


Danzas y Flores en el Barrio de Talapa

Por: Pedro Gómez Rivera

Ometepec, Gro.- Con la tradicional danza de los diablos y mujeres cargando arreglos florales, vecinos del barrio de TALAPA, en veneración a “Santa Rosa de Lima” recorren las principales calles de la ciudad de Ometepec, para llevar la “CERA” a la capilla de San Nicolás Tolentino, hechos que se viven año con año en las vísperas de la celebración del tradicional fiesta toro de petate.

Fue el pasado viernes por la tarde que jovencitas del barrio de TALAPA, caracterizaron al personaje de “Santa Rosa de Lima”, salieron de casa del mayordomo de esta festividad, para caminar en procesión las calles de Ometepec, recorrido que realizaron en compañía de los danzantes, mismos que se dieron cita en la capilla la mañana del 30 de Agosto para ofrecer con sus danza las tradicionales mañanitas.

Agosto 31 2009
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Sobre este personaje de la religión católica existen los siguientes datos:

Santa Rosa de Lima nació el 30 de abril de 1586 en la vecindad del hospital del Espíritu Santo de la ciudad de Lima, entonces capital del virreinato del Perú.

Su nombre original fue Isabel Flores de Oliva; Era una de los trece hijos habidos en el matrimonio de Gaspar Flores, arcabucero de la guardia virreinal, natural de San Juan de Puerto Rico, con la limeña María de Oliva. Recibió bautismo en la parroquia de San Sebastián de Lima, siendo sus padrinos Hernando de Valdés y María Orozco

En compañía de sus numerosos hermanos, la niña Rosa se trasladó al pueblo serrano de Quives, en la cuenca del Chillón, cuando su padre asumió el empleo de administrador de un obraje donde se refinaba mineral de plata. Las biografias de Santa Rosa de Lima han retenido fijamente el hecho de que en ese pueblo, que era doctrina de frailes mercedarios, la joven recibió en 1597 el sacramento de la confirmación de manos del arzobispo de Lima, Santo Toribio Alonso de Mogrovejo, quien efectuaba una visita pastoral en la jurisdicción.

Ocupándose de la "etapa oscura" en la biografía de Santa Rosa de Lima, que corresponde precisamente a sus años de infancia y adolescencia en Quives, Luis Millones ha procurado arrojar nueva luz mediante la interpretación de algunos sueños que recogen los biógrafos de la santa.

Opina Millones que ésa pudo ser la etapa más importante para la formación de su personalidad, no obstante el hecho de que los autores han preferido hacer abstracción del entorno económico y de las experiencias culturales que condicionaron la vida de la familia Flores-Oliva en la sierra, en un asiento minero vinculado al meollo de la producción colonial. Probablemente, esa vivencia (la visión cotidiana de los sufrimientos que padecían los trabajadores indios) pudo ser la que dio a Rosa la preocupación por remediar las enfermedades y miserias de quienes irían a creer en su virtud.

A Santa Rosa de Lima le tocó vivir en Lima un ambiente de efervescencia religiosa, una época en que abundaban las atribuciones de milagros, curaciones y todo tipo de maravillas por parte de una población que ponía gran énfasis en las virtudes y calidad de vida cristianas. Alrededor de sesenta personas fallecieron en "olor de santidad" en la capital peruana entre finales del siglo XVI y mediados del XVIII. De aquí se originó por cierto una larga serie de biografías de santos, beatos y siervos de Dios, obras muy parecidas en su contenido, regidas por las mismas estructuras formales y por análogas categorías de pensamiento.

A Santa Rosa le atraía con singular fuerza el modelo de la dominica Catalina de Siena (santa toscana del siglo XIV), y esto la decidió a cambiar el sayal franciscano por el hábito blanco de terciaria de la Orden de Predicadores, aparentemente desde 1606. Se afirma que estaba bien dotada para las labores de costura, con las cuales ayudaba a sostener el presupuesto familiar, pero fueron muy contadas las personas con quienes Rosa llegó a tener alguna intimidad. En su círculo más estrecho se hallaban mujeres virtuosas como doña Luisa Melgarejo y su grupo de "beatas", junto con amigos de la casa paterna y allegados al hogar del contador Gonzalo de la Maza.

Los confesores de Santa Rosa de Lima fueron mayormente sacerdotes de la congregación dominica. También tuvo trato espiritual con religiosos de la Compañía de Jesús. Es asimismo importante el contacto que desarrolló con el doctor Juan del Castillo, médico extremeño muy versado en asuntos de espiritualidad, con quien compartió las más secretas minucias de su relación con Dios.

Dichos consejeros espirituales ejercieron profunda influencia sobre Rosa y resultaron cómplices de sus delirios, visiones y tormentos. No sorprende desde luego que María de Oliva abominase de la cohorte de sacerdotes que rodeaban a su piadosa hija, porque estaba segura de que los rigores que ella se imponía eran "por ser de este parecer, ignorante credulidad y juicio algunos confesores", según recuerda un contemporáneo.

La conducta estereotipada de Santa Rosa de Lima se hace más evidente aún cuando se repara en que por orden de sus confesores anotó las diversas mercedes que había recibido del Cielo, componiendo así el panel titulado Escala espiritual. No se conoce mucho acerca de las lecturas de Santa Rosa, aunque es sabido que encontró inspiración en las obras teológicas de fray Luis de Granada


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